jueves, 18 de noviembre de 2010

¿PARA QUÉ LOS HA ELEGIDO EL SEÑOR ?


Por: Rodrigo León Osorio Benjumea
          IV de Teología


La evangelización es la tarea propia de la Iglesia, que ha recibido como gran legado de su fundador, el mismo Jesús; en otro tiempo Jesús eligió a los doce para que fueran a dar testimonio de su nombre en todas partes y ellos convencidos en su Palabra y enseñanzas, acogieron en el corazón el mandato: “Vayan pues y hagan discípulos a todas las gentes” (Mt 28, 19), no se quedaron quietos, supieron obedecer, conocían la inmensa necesidad de anunciar el Reino de Dios.

La voz que Dios dirige a sus discípulos para que le sigan y difundan su mensaje de salvación (cf. Juan 10, 27), no es algo de otro tiempo, aún sigue vigente y reclamando a muchos miembros de la Iglesia, que se acomidan a esa labor, que cumplan cabalmente con el encargo que el mismo Jesús les hace para que sea conocido y amado por muchos.

Pero parece ser que a los que el mismo Jesús llama y más aún ha elegido, se sienten tal vez poco animados en la tarea de ser eficaces heraldos de la Palabra de Dios, no desean salir de sus fronteras, olvidan el ejemplo de los apóstoles, que luego de la ascensión de Jesús, salen a colaborar con el Señor en la predicación de su Palabra por todas partes (cf. Mc 16,20); es necesario seguir las huellas de Jesús, que sin debilidad, recorría todas la ciudades y aldeas anunciado la Buna Nueva, porque la mies era mucha (cf. Mateo 9,35-38), pero hay casos en que los obreros son abundantes, pero ninguno se percata para salir a trabajar a la vasta viña del Señor como Él lo pide (cf. Mt 20, 1).

Hoy día hay muchos hombres sedientos de saber la verdad; son diversas las vertientes del conocimiento que pretenden mostrar el atractivo de Dios, pero en muchos casos para nada coincide con una imagen clara de quien es realmente, por ello es necesario que muchos sepan que un día Dios en su infinita misericordia envía a su único Hijo a anunciar a todo el género humano que la salvación es posible si lo escuchan y lo siguen (cf. Gálatas 4,4); por eso a ejemplo de de Jesús, se necesita grandes héroes del Evangelio que se aventuren a ir más allá, a enseñar las verdades de la fe (cf. Ex 3,1).

Es urgente que muchos conozcan cual es el camino verdadero para llegar a Dios, pero falta más conciencia sobre la dignidad de ser hijos de Dios (cf. Jn 1,12) que se ha recibido en el sacramento del bautismo y más aún en los que han sido elegidos para el orden sacerdotal (cf. Hbr 5, 1), es necesario salir de sí mismo, para saber que es Cristo mismo quién llama y pide que vallan a muchos lugares, pero eso sólo es posible si se imita verazmente la vida del mismo Cristo y la de sus discípulos, que dejándolo todo (cf. Lc 5,11), fueron capaces de ir a dar testimonio vivo de una verdadera vocación evangelizadora.

Cristo se hizo hombre para experimentar en medio de las personas sus flaquezas, comprender sus sufrimientos, sus necesidades, pero todo ello lo hizo por que comprendió el gran valor de la obediencia, siendo manso y humilde corazón (cf. Mt 11, 29), con estos valores supo hacer la voluntad del Padre y no la propia, con esas mismas perspectivas es necesario asumir un verdadero espíritu misionero, que lleve a ver cuál es la voluntad de Dios.

Es banalidad y ociosidad quedarse extasiado y maravillado en un solo lugar contemplando intereses humanos y no seguir el mandato de Jesús, de ir a todas partes. Jesús fue obediente no se envalentonó en su propio ser, aún siendo Dios se abajo y con gran sacrificio dio todo cuanto fue necesario para cumplir la tarea de anunciar que el Reino de Dios en todos lados, incluso dar su vida en la cruz (cf. Fil 2,6-8), todo ello porque comprendió y asumió con docilidad la obediencia; por eso hay que dar todo cuanto sea necesario en la obra misionera, escuchando  y atendiendo fielmente el mandato de ir a anunciar a Cristo dónde sea necesario. (cf. Lc 9, 60. 62)


El mismo Jesús no vino a ser servido sino a servir (2 Cor 8, 9), que ejemplo tan magno para todo el género humano, por ello los que han recibido el sacramento del bautismo, asumen la misma misión de Cristo, ser sus servidores para ir a anunciar con dedicación su Palabra, para hacer a muchos hombres discípulos y misioneros (cf. Mt 28, 19)


Pero más grave encargo es para quienes son llamados a través del orden sacerdotal (cf Hbr 5,1), no solo asumen la tarea de Cristo, sino que deben dar vivo ejemplo de Él en toda la tierra, acogiendo con fidelidad la labor evangelizadora, siendo otros Cristos que se donan y se gastan  por amor a Dios y su Reino.

La actividad misionera no es un añadido del ministerio sacerdotal y menos para los bautizados, pues el mismo Jesús en virtud y confianza, llamó a los que él quiso, y designo a los doce para que lo acompañaran y enviarlos a predicar (cf. Mc 3, 13); por ello no se entiende el por qué no salir, si el mandato viene del mismo Cristo que con gran amor los ha llamado, los ha elegido para que sigan sus pasos, sin que sea una imposición y menos una carga pesada, más bien es un acto de fe, de entrega fiel a Dios y amor al ministerio para el cual han sido distinguidos, para ser multiplicadores y administradores inconfundibles de las cosas de Dios, dando siempre vivo y auténtico testimonio de Cristo en todo el mundo.
Pero no todo es vano, existen hoy muchas personas que van pregonando por todo el mundo que Cristo está vivo, dando con alegría el testimonio del amor de Dios (cf. Jn 15, 9). La tarea es seguir concientizando a muchos para qué es lo que Dios los llama, que no es otra cosa que ir más allá y anunciar su mensaje de vida y así se cumpla el deseo de Dios, que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (cf. 1 Tim 2, 4-6).

Es necesario contar con cuantiosos y buenos discípulos y misioneros que asuman el trabajo misionero con toda entrega y dedicación, dejando de lado todo tipo de recato personal, pues Cristo por amor se entrego a asimismo para redimir a todos los hombres de las tinieblas del pecado (cf. Mt 27, 26), ¿entonces por qué no adquirir este mismo ejemplo, en dar la vida por muchos en el servicio de anunciar el Evangelio?

Cuando las cosas se hacen por amor como lo hizo el mismo Cristo (cf. 1 Corintios 13,13), es fácil ser un auténtico misionero, además conocer con intensidad  la persona de Cristo, vivir como Él, siempre obediente a la voluntad del Padre, porque  “el discípulo a medida que conoce y ama su Señor, experimenta la necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir a todo el mundo a anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado” (DA 278 e), sólo con estos impulsos, se es capaz de cumplirle al Señor y saber para qué se es llamado y elegido, ya sea sacerdote o laico, la terea es de todos.

Es realmente envidiable los valores y fortalezas que posee Jesús en cuanto a su labor de anunciar el Reino de Dios, nada le impedía, todo lo hacía por complacencia y glorificación a Dios, incluso antes de su ascensión se dice que tomó la firme determinación de ir a Jerusalén (Lc 9, 51-56), se denota su gran interés de estar siempre en continuo trasegar en todas partes, dando testimonio del amor del Padre, que bueno que así muchos obreros del Evangelio asuman la actitud de Jesús, ir a todas partes sin importar el tiempo y el lugar.

La tarea es enorme y ardua, son muchos los que necesitan ser consolados, animados, encontrar esperanza en sus dificultades, ser curados en las duras penas del alma, abriéndoles su entendimiento para que vean las maravillas que hace de Dios en todos los que se acogen a Él(cf. Mc 7, 31-37), por ello Jesús sigue esperando la respuesta de muchas gentes ya bautizadas y en especial de los que ha llamado y elegido, para que redescubran la importancia de su ministerio y asuman con radicalidad la vida de Cristo, que sin remilga sepan ir a todas partes a anunciar que el Reino de Dios está cerca y que sólo Él tiene palabras de vida eterna (cf. Mt 3, 2; Jn 6, 68).


 
... Y LLAMÓ A LOS QUE ÉL QUISO;

Y VINIERON JUNTO A ÉL...

PARA QUE ESTUVIERAN CON ÉL

Y PARA ENVIARLOS A PREDICAR.

Mc. 3,13
... Y LLAMÓ A LOS QUE ÉL QUISO;
Y VINIERON JUNTO A ÉL...

PARA QUE ESTUVIERAN CON ÉL

Y PARA ENVIARLOS A PREDICAR.

Mc. 3,13

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