jueves, 18 de marzo de 2010

EDITORIAL


EDITORIAL
MANDATO MISIONERO
Por: Pbro. Fabio Henao Hernández

“Vayan y hagan discípulos míos de todas la naciones,
Bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo y del
Espíritu Santo, y enséñenles a guardar todo
lo que yo Les he mandado”. Mt. 28, 19ss.

Este es un mensaje clásico del mandato misionero. Cada palabra tiene profundos contenidos. En muchas ocasiones nos hemos quedado con la materialización de los términos y cuánto sería el provecho personal y comunitario si intentáramos ir un poco más allá. Intentémoslo.

En ese momento, ¿a quiénes dirige el Señor ese mandato? Es de suponer que lo hace a sus discípulos. A ellos, ya discípulos, les dice vayan. Hoy, en un intento de profundizar, podemos preguntarnos, ¿sí somos ya discípulos? Ese sería el ideal. Ahora bien, para responder a esta pregunta, tenemos una pista: “Si ustedes. hacen lo que yo les mando, ustedes son discípulos míos”.

Ser discípulo nos implica en un movimiento hacia nosotros mismos en orden a garantizar en nosotros, el discípulo que el Señor quiere. ¿Y quién es un discípulo? ¡El que aprende de su maestro, el que le aprende a su maestro; en una palabra, el que es otro Cristo. ¡Qué dicha vivir la convicción paulina: vivo, mas no yo, es Cristo quien vive en mí ¡ Gal. 2,19-20

PORQUE EL MAESTRO NOS DICE, VAYAN, VAYAMOS A LA PROFUNDIDAD DE NUESTRO SER.

Esperamos que esta publicación del Pregón Misionero sea de su agrado, y que su mensaje llegue a nuestros corazones y lo hagamos vida.

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