jueves, 25 de noviembre de 2010

CREDITOS

Semestre II-2010-Año IX- Edición N° 17


Rector  del Seminario
Pbro. Fabio Henao Hernández

Dirección general:
D. Diego Alejandro Pérez Rendón

Diseño y edición:
D. Rodrigo León Osorio Benjumea

Junta Directiva
CEDAM
Presidente
D. Diego Alejandro Pérez Rendón.

Secretario
Daniel Fernando Correa Restrepo

Tesorero
D. Nelson David Pérez Rendón

Escríbenos al e-mail:

cedam.jerico@gmail.com

NUEVO AÑO

QUE DIOS LES COLME DE ABUNDANTES BENDICIONES EN EL NUEVO AÑO 2011 Y ESPERAMOS SEGUIR CONTADO CON SUS ORACIONES Y APOYO.
JUNTA CENTRAL  DEL CEDAM

EL ESPIRITU MISIONERO


“Es el espíritu es el que impulsa a ir cada vez mas lejos”
Redemptoris Missio 25

Por: Juan Guillermo Arenas Carmona
           Propedéutico

La misión significa: “proclamar al mundo la salvación, comunicar la salvación”

Esta es la tarea de todo bautizado, ir y llevar la palabra de Dios aquellas persona que no lo conocen, el desprenderse de lo que tiene para ir al mundo sin miedo.
Es por esto que la iglesia se ha puesto en la tarea de buscar jóvenes con espíritu y vocación misionera que “que deseen ser muy felices y quieran hacer felices a los demás.”

Es por esto que en nuestras comunidades cada día, debemos animar la juventud como futuro de la iglesia, que anuncie a Cristo sin miedo o pena, sino al contrario con alegría y valentía.

Pero hay que tener en cuenta algo y es “si la vocación de misionero no a todos se dirige, a todos corresponde el ayudarla; porque los llamados directamente a este apostolado no van solo en nombre propio, o en nombre de los institutos o diócesis o parroquias a los que pertenecen; sino que van en nombre de toda la iglesia.”

Lo que pasa en nuestras comunidades es que la conciencia de la misión solo esta como reservada para los sacerdotes, religiosos, y no esta es misión de todos los laicos como miembros de una misma iglesia.

“la misión se justifica como necesidad de aportar la luz y salvación a los pueblos que se encuentran en el error o a las almas que se pierden”
La misión no es solo dar a conocer la iglesia, el objetivo primordial es llevar la palabra de Dios que en otras palabras es el mismo Jesús, darlo a conocer sin distinción de raza, política, situación económica, sino al todo el mundo.

Pero el espíritu de misión ¿de dónde proviene?, será acaso de un arranque mío, de mis padres, de los sacerdotes de mi parroquia, no, “la misión nace de la fe en Jesucristo, y solo en la fe se comprende y se fundamenta la misión.” Pero para poder ser misionero se necesita de unos dones especiales para que dicha tarea sea fructífera “los rasgos esenciales de la espiritualidad misionera son los dones de la fortaleza y discernimiento.”

Es por esto que todo misionero va impulsado con la fuerza del Espíritu Santo, ya que Este es que brinda las fuerzas necesarias para ir y dejar todo por el anuncio de Jesucristo, el misionero tiene que desprenderse de todo para ir y llenarse de todo lo que le da el Señor, pues si se deja todo por El, El lo da todo por nosotros.
La misión no nació ni tuvo su origen por idea humana, sino que fue un mandato que nos dejo nuestro señor Jesucristo antes de partir a ocupar el trono a la mano de recha de Dios “id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda creatura.”





Pero que se abarca en la misión: “la conversión de los hombres al Dios de Jesucristo y la creación de una nueva comunidad cristiana en la que se incorporen los convertidos.”

Pero la misión no es solo para nuestros pueblo, el misionero debe ser “sin fronteras, dispuesto ir a la otra orilla.”

Pero en conclusión “podemos decir que evangelizar es comunicar y hacer presente la buena nueva o noticia del evangelio que Jesús proclamo.”

Que va primeramente a “los bautizados que no viven hoy su fe,” y obviamente a aquellos que no son bautizados y desconocen la Palabra de Dios.

Termino con una frase que espero concluya bien el trabajo “evangelizar, constituye en efecto, la dicha y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar”
  
“la espiritualidad misionera se expresa, ante todo viviendo con plena docilidad al Espíritu”
RM   87   



EVANGELIZACION Y CULTURA


Por: Jhon Wilmar Álvarez
           Año de Pastoral

La Iglesia actual vive una nueva conciencia misionera, acoge en su seno a mundos y fenómenos sociales nuevos; y se juega en áreas culturales.  Ella misma ha madurado en su pensamiento ad-intra y ad-extra de la misión; y al tratar el fenómeno de las religiones las considera como ahora como “tradiciones religiosas”, en las cuales se admite la inspiración por el Espíritu, y no solo como una simple búsqueda inmanente del hombre (RM, 10).

Estas tradiciones religiosas no solo presentan la búsqueda de Dios en los pueblos y culturas, sino que ¡son autenticas revelaciones del Espíritu, autentica religión revelada! (Cf. VELA, Jesús S.J.  Evangelizar de Nuevo, el Kerigma cristiano en un mundo roto; p. 155). 

Por eso la Iglesia se entiende ahora, desde una eclesiología reinocéntrica, donde ella adquiere su identidad en el servicio al Reino de Dios, donde el “mensaje” llega al interior del mismo hombre y le interpela su conciencia, para acoger la Presencia de Dios, desde la vivencia comunitaria y cultural; acogiéndola recibe la “gracia” de la autocomunicación de Dios (RAHNER, Karl. Curso fundamental sobre la fe, p. 147), por medio de la mediación de la cultura, pudiéndose hablar de Salvación del hombre (GS, 22- LG, 16).

Teniendo como base lo anterior, debemos reconocer la necesidad en la Iglesia de un dialogo interreligioso (Cf. LATOURELLE, René.  Problemas y perspectivas de teología fundamental, p. 433), que posibilite un espacio intercultural y humano, y supere la mentalidad de un exclusivismo insano, y este diálogo debe formar parte de la acción evangelizadora de la Iglesia (RM, 55), donde se luche juntos por el Reino, donde se experimente una escuela verdadera de humanidad.

América latina sufrió por muchos siglos una evangelización mal entendida, justificada por el dominio de una cultura sobre otra, donde la hegemonía se implantaba destruyendo la cultura dominada, identificando el Evangelio con la cultura europocéntrica, creyendo erróneamente que el gesto evangelizador es gesto de conquista cultural; porque si el cristianismo cultural encuentra religiones menos desarrolladas culturalmente, el encuentro puede generar opresión de una cultura sobre otra.

Ahora con el apoyo de ciencias auxiliares, como es la antropología, la Iglesia en su actividad misionera reconoce los valores éticos y religiosos de todas las culturas y los toma  como acontecimiento de gracias ya presente, por eso la tarea del misionero, es en primer momento: oír, ver, aprender e interiorizar las actitudes-aptitudes evangélicas que ya se viven en las culturas, incluso antes de llevar el Kerigma, por eso el primer convertido y cuestionado es el misionero, y se convierte al Evangelio expresado en valores, ya vivido en dicho pueblo, por personas aun no-cristianas sacramentalmente (cf. Concepto de cristianos anónimos de Karl Rahner).

El Evangelio no viene a traer una Buena Nueva ajena a las culturas, sino primero debe “leer” el Evangelio compuesto por las “semillas del Verbo” insertadas en esas culturas y a través de ellas leer la plenitud de la Salvación en Cristo (VELA, p. 171).  Solo de este modo podemos hablar de evangelización inculturada.  Cada cultura será “perfeccionada y elevada” por la presencia activa del Resucitado; por eso la cultura enriquece a la Iglesia, y la evangelización crea una nueva comunión que orienta y renueva la cultura (ROEST, P. Ary.  Decano de la facultad de misionología de la Gregoriana de Roma).



El fin último de la Evangelización es la comunión en el Amor con Dios expresado en la capacidad para formar comunidad, de celebrar la vida, de amar desinteresadamente y sin medida, en un amor que se dona día a día, al servicio del hermano especialmente al excluido, sin buscar recompensa, y que no teme perdonar de corazón las ofensas cotidianas, originando una pro-existencia auténtica.

 Por eso finalizo con un llamado a nuestra cultura antioqueña que hace historia en la Diócesis de Jericó, ya que podemos estar descuidando el principio esencial del cristianismo, que es el amor y la capacidad de formación de comunidad en la vivencia del Reino.

 ¿Será que necesitamos una re-evangelización cristiana en nuestras familias, parroquias y municipios? ¿Nos estamos contentando solo con una fe sociológica?
Animémonos todos a construir comunidades vivas que evangelicen y sean evangelizadas desde los valores propios humanos y cristianos de nuestra cultura.




MARIA SANTISIMA EN LA MISION DE LA IGLESIA


Por: Comunidad Siervos de María y el corazón de Jesús



“María es la gran misionera, continuadora de la  misión de su Hijo y formadora de misioneros.” (Documento de Aparecida, 269). Esta frase resume la importancia de la Virgen María en el actuar misionero en el mundo, ya que es siguiendo su ejemplo de salir de nosotros mismos y ponernos a servicio de Dios en el hermano que llegamos a la realización plena del Reino de Dios (Lc 1,39-56).

Siendo María Santísima el molde de Dios, como nos dice San Luis María Grignon de Montfort, encontramos en Ella la formación perfecta para ser los nuevos apóstoles de Jesucristo. María es la discípula y misionera de Jesús y tiene como misión auxiliar a sus hijos que sufren las consecuencias del desamor y del pecado, enseñándoles el camino de la Gracia.

Con tan venerable misión de ser la Madre de Dios, la Virgen María es el camino por el cual Jesús debe reinar en el mundo, ya que fue por medio de Ella que Él vino al mundo (pensamiento Monfortino). A través de esa Madre Benigna es posible un acercamiento real a los Sacramentos y la realización de la condición de hijos de Dios.

Es en Su escuela donde aprendemos el sentido de ser familia, la vivencia del amor y de la reconciliación. En Ella encontramos la paz y la dirección para una vida nueva fundamentada en el Evangelio. Su misión se extiende por todos los aspectos humanos ya que Ella conoce profundamente las necesidades del hombre y es capaz, porque así quiso Dios, de santificarle.

Como en las Bodas de Caná, la intercesión de la Virgen Purísima asegura la fidelidad de los cristianos y les hace renovar su alianza con el Señor a cada momento. El ejemplo de fe y confianza en Dios que nos da Ella permite acercarnos a la Gracia y nos enseña a la vez la pequeñez de un Dios que se hace Hijo, obediente, que es Amor.

La Dulce María es llamada a ser la ternura del Señor, dulcificando nuestras cruces y ayudándonos a soportar nuestra propia humanidad. En los pequeñitos Ella revela la grandeza de Dios, en los que se abandonan confiados en los brazos de esta Madre Inmaculada se revela el rostro amable de Jesús.

Aquella que siguió tan fielmente el ejemplo de Jesucristo y se anonadó a sí misma, es la que lleva a todos los misioneros a repetir lo que hizo Ella, o sea, cada “sí” misionero es perfecto mientras sea un eco del “sí” de la Reina de las Misiones.
La Virgen María, Vaso Espiritual, tiene la misión de saciar a sus hijos de la sed de Dios, el único que puede colmar las carencias del hombre, la felicidad plena.

Así somos llamados a unirnos a la Reina de los Pecadores en la misión, imitando sus virtudes llegamos a la fuente de la Gracia y en este mes en el que se celebra el Santo Rosario más debemos empeñarnos en seguir los pasos firmes de la Virgen Milagrosa. Recordemos, cada Ave María es una rosa entregada a Dios, así nos enseña San Alfonso María de Ligorio.


Dame Madre
Dame tus ojos, Madre, para saber mirar
Si miro con tus ojos, jamás podré pecar.

Dame tus labios, Madre, para poder rezar,
Si rezo con tus labios… Jesús me escuchará.

Dame tu lengua, Madre, para ir a comulgar,
Es tu lengua patena de gracia y santidad.

Dame tus manos, Madre, que quiero trabajar,
Entonces mi trabajo, valdrá una eternidad.

Dame el cielo oh Madre, para poder gozar
Si tú me das el Cielo, ¿qué más puedo anhelar?

Dame a Jesús, oh Madre, para poder amar,
Esta será mi dicha por una eternidad. Amén.





EL MISIONERO DEL INFINITO Impresiones de un judío provinciano.

Por: José Luis Elorza
I de Teología

Mi nombre es Shmuel bar Mattityahu, de la tribu de Judá. Nací en Hebrón. Tengo veinticinco años. Heredé de mi padre, y éste de sus ancestros, un pequeño campo que me ha permitido una modesta pero no muy preocupada forma de vivir; en todo caso no es tan modesta como la de tantos compatriotas míos cuya existencia se sume en la miseria, el hambre y la mendicidad.

La tierra es privilegio de unos pocos. Los impuestos del Imperio no ayudan mucho. Y hay un inconformismo latente que todavía no desemboca en algo concreto. Los gobernantes locales son corruptos en su mayoría, y los jefes religiosos están más pendientes de las arcas del Templo que de los mendigos agolpados a sus puertas. Soy judío practicante, más por tradición y nostalgia que por otra cosa. Frecuento la sinagoga, hago mis ofrendas y presento mis diezmos. No soy muy adepto a los fariseos ni a los saduceos. Los hijos de Herodes el Idumeo no son lo que se diga un dechado de virtudes. Para ser sincero, Roma me es indiferente la mayor parte del tiempo.

El yugo de los impuestos es opresivo, en especial para quienes no tienen cómo sobrellevarlo. Los que cobran impuestos para los “monarcas marioneta” son vistos con malos ojos; y ni qué hablar de los judíos que cobran los impuestos para el César.

Huele a revuelta en el aire enrarecido por el mesianismo reinante en algunos sectores de la comunidad. Yo no creo que viva para ver la llegada del Mesías… si es que llega. Algunos cabecillas subversivos surgen, alumbran un instante y mueren en manos de las centurias romanas.



Un par de meses atrás me topé con un hombre muy particular en Betania. Parece que estaba de visita donde un amigo suyo a quien, según sus seguidores y otros de entre el pueblo, resucitó después de llevar cuatro días en el sepulcro. Se comenta que este presunto resucitador es hijo de un carpintero de Nazaret.

Es un líder que ha roto no pocos paradigmas. Son muchos los que quieren quitarlo del medio: Herodes, los sacerdotes, el Imperio. Dicen que se sienta a la mesa con publicanos y meretrices, que expulsa demonios con vaya a saber uno qué clase de poderes,